La erudita y a la vez divertida pluma de Carmelo Romero (no es necesario añadir nada más sobre él), se ha unido al ingenio creativo de César Ordóñez, a los magníficos dibujos que desde su más temprana edad nos ha ido regalando en varios medios de comunicación y otras publicaciones. De esa unión ha salido una edición exquisita en el continente y divertida -en ocasiones lacerante sin llegar a hacer sangre- en el contenido. Divertimento lo llama Carmelo, quien advierte que la idea es muy vieja y se remonta a 700 años a.C., cuando Semónides de Amorgos comparó a las mujeres con varios animales.
Abren la galería de animales el Dañino Caracol, a quien no le atribuye directamente semejanza concreta alguna, tal vez por la abundancia de ellos y lo repugnante de sus acciones. La cierra él mismo, o sea Carmelo Romero, quien aparece dibujado con su eterno cigarrillo y sobrevolado por una mosca cojonera que también fuma, “lobo solitario”, como le definió un amigo y a él no le disgusta la definición.